La energía eléctrica procedente de la energía de frenado está disponible para el motor y los sistemas eléctricos del vehículo.

Esto se traduce en una sensación de marcha con una ventaja notable en cuanto a dinamismo de conducción. El vehículo acelera con más intensidad con menos consumo y emisiones de CO2.

El conductor de un híbrido conectable se beneficia, por ejemplo, de una experiencia de conducción casi silenciosa en el modo totalmente eléctrico, así como de una potencia de aceleración adicional gracias al motor eléctrico.
Muchos propietarios de vehículos híbrido conectable ya logran recorrer la mayor parte de sus trayectos en modo eléctrico. Los recorridos diarios suelen estar muy por debajo de los 50 kilómetros. En función de la tarifa eléctrica personal, ya se consigue un ahorro considerable en comparación con un vehículo con motor de combustión clásico.